En un contexto internacional sin cambios imprevistos de relevancia, la actividad económica del país siguió creciendo a muy buen ritmo, con una notable estabilidad de precios y creación de empleo. Asimismo, en el mes de noviembre se dieron hechos que generaron esperanzas pero también incertidumbres en el ámbito económico local.
Por una parte, la visita de importantes líderes mundiales que, aunque con variada suerte en cuanto a su tratamiento protocolar y mediático, deben ser evaluadas como aportes positivos para el desarrollo argentino. Por otra, los contratiempos en la renegociación de la deuda en default, que vino a recordar las dificultades que naturalmente tienen estos procesos de los que Argentina no podrá librarse.
Los acontecimientos citados dieron un nuevo impulso a la agenda internacional de negociaciones y ubicaron al país en un estado interno con desequilibrio de expectativas que el gobierno deberá revertir. Al respecto, la sanción de los denominados superpoderes surgidos de la aprobación del presupuesto nacional para el año próximo y la potencial reforma de la carta orgánica del Banco Central no son justamente las mejores señales para recrear el clima de estabilidad institucional, política y económica que trabajosamente se estuvo construyendo desde el default. De todas maneras, a su favor cabe mencionar que la situación internacional ha cambiado con respecto a unos meses atrás -precio de commodities, tasa de interés, crecimiento económico mundial-, por lo cual es previsible que se intenten nuevos caminos para resolver los renovados desafíos: pagos netos al exterior; mejoramiento de los indicadores sociales, capacidad de maniobra fiscal adicional para enfrentar el 2005.
Aun si el gobierno logra obtener todos los instrumentos fiscales y monetarios adicionales que dice requerir, cabe resaltar que no es sencillo estabilizar adecuadamente las expectativas de las familias, empresarios y acreedores. Por esta razón, no debería dejarse de lado el diseño de algunas reformas o consolidación de algunos principios que venían aplicándose con el fin de terminar de despejar el horizonte.
En primer lugar, convendría radicalizar el principio de austeridad fiscal que ha logrado imponer la actual administración, pero sin menoscabar la solución eficiente de la brecha de desarrollo a través de un aumento en la inversión social y en infraestructura pública. Si estos dos factores clave del desarrollo no se programan adecuadamente y se implementan eficientemente, la Argentina no podrá sostener su crecimiento.
En segundo lugar, también convendría consolidar la política monetaria expansiva sólo contra compra de reservas y evitar reinstalar al Banco Central como prestamista permanente del Tesoro Nacional. Cualquier medida de emergencia debe ser dictadas bajo esa condición, con límites cuantitativos y temporales muy precisos que el gobierno debe respetar muy estrictamente, salvo que no le preocupe caer nuevamente en el descrédito, la inflación y sus consecuencias económicas y sociales. Lo que se pide en estos casos es máxima prudencia, porque, dada la actual hipersensibilidad a las decisiones del gobierno, cualquier desvío por insignificante que pueda parecer, sería capaz de generar consecuencias irreparables para la economía nacional. Un caso al paso, son los contratiempos en la renegociación de la deuda. Un error, un imprevisto, una dilación esperable fueron motivos suficientes para instalar cierta sensación de peligro en los mercados. Por ello, no pueda haber sospecha alguna sobre una interacción desprolija entre el Tesoro y el Banco Central.
Finalmente, existen políticas públicas que pueden ayudar en la regeneración de expectativas positivas. Entre ellas se destacan la reforma de la administración pública nacional; los nuevos marcos regulatorios de los servicios públicos y los respectivos contratos con las empresas concesionarias de servicios públicos; la reforma judicial y carcelaria; la política educativa y las relaciones financieras con las provincias. Reformas correctamente diseñadas, consensuadas con todos los actores y efectivamente implementadas contribuirán positivamente a la estabilidad y al crecimiento, dando pautas adicionales sobre la política general del gobierno sobre temas centrales para la sociedad.
En conclusión, si bien las variables macroeconómicas fundamentales siguen evolucionando positivamente, surgieron en la segunda parte del mes algunas señales que agregaron algunos grados de incertidumbre a las decisiones de las familias, de los empresarios y de los acreedores. Éstas deben despejarse con rapidez y prudencia para que la situación social pueda seguir mejorando el año próximo.

La presente publicación es una síntesis del Informe Mensual de Coyuntura USAL elaborado por los miembros del Taller de Economía Aplicada de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad del Salvador. Las opiniones aquí vertidas no representan bajo ningún concepto una posición u opinión de la Facultad o de la Universidad y son responsabilidad exclusiva de los autores del Informe.